Diciembre es un mes fantástico para viajar: el frío invernal y la falta de luz hacen que, más que nunca, nos apetezca desconectar del trabajo y auto regalarnos unos días de descanso y relax. Si además queremos disfrutar del ambiente navideño sin renunciar a celebrar las fiestas de manera tradicional, en casa y con la familia, ¡la isla de Madeira es el destino perfecto!
Desde el día 1 de diciembre toda la isla y especialmente su capital, Funchal, se visten de gala para celebrar por todo lo alto la llegada de las “Festas de Natal”. Las calles de la urbe se llenan de efusivas luces que otorgan a cada rincón, todas las noches, un colorido único y especial.
Para acrecentar todavía más el espíritu navideño, y como muestra de las enraizadas tradiciones cristianas de los madeirenses, es típico que todas las poblaciones de la isla creen y decoren sus propios belenes que son, en muchas ocasiones, auténticas obras de artesanía. En Funchal, se pueden encontrar estos nacimientos en numerosos locales, plazas, iglesias e incluso en los mercados de abastos, siendo el más famoso el de “Lavradores”. Por encima de todos estos belenes destacan las conocidas como “Lapinhas”: construidos sobre peanas de tres escalones, se decoran en forma de ofrenda con lentejas, trigo, centeno, frutas, verduras y panes, y se iluminan con una pequeña lámpara de aceite que se coloca en un lateral.
Pero si hay una tradición religiosa que destaque en las costumbres navideñas madeirenses es la de las “Missas do Parto“, nueve misas que comienzan el 16 de diciembre, inaugurando las fiestas, y terminan el día de nochebuena con la misa del gallo. Todas tienen un encanto especial porque se celebran de madrugada y, sobre todo, porque es típico que tras la misa los asistentes se reúnan en el atrio de la iglesia para cantar los tradicionales “despiques” acompañados por grupos de cuerda, acordeones y castañuelas. Al terminar, todos comparten bebidas, aguardientes, licores, galletas, tortas y el “mata-bicho”, un dulce que se elabora especialmente para la fecha. Además, en algunas localidades como Cámara de Lobos y Camacha es tradición que las bandas filarmónicas, acompañadas por otros músicos con castañuelas, bombos, “braguinhas” y acordeones, vayan de puerta en puerta entonando una melodía alegre con el propósito de despertar a los vecinos y que estos se unan a su peculiar ritual.
Para los que visiten Madeira durante el último mes del año no será raro encontrarse, además, a grupos de personas cantando o tocando en las calles: son las “janeiras” que, siguiendo la tradición portuguesa, celebran el nacimiento de Jesús y la llegada del nuevo año animando con su música cada barrio.
Pero el momento más especial de estas fiestas llega a Funchal la jornada del 31 de diciembre, la noche de fin de año, cuando se distribuyen a lo largo de la bahía casi 35 puestos de fuegos de artificio que crean, durante unos 8 minutos, un espectáculo de luz y color único en el mundo. De hecho, esta tradición es ya famosa a nivel internacional, y está reconocida por el Libro Guinnes de los Récords 2006 como “El mayor espectáculo de fuegos artificiales del mundo”.
Y si crees que todo este ambiente navideño es de por sí especial, el clima de la isla lo hace aún más único. Las temperaturas no suelen bajar de los 15º grados en los meses de invierno, y pueden llegar a alcanzar máximas de 21º. Además, las aguas de Madeira son templadas, y oscilan entre los 25º y los 17º grados durante todo el año.
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