Uno de los principales atractivos de la Isla de Sal en el archipiélago de Cabo Verde son sus minas del sal, uno de los principales motores de la economía del país hasta aproximadamente el 1985, y una zona donde podemos experimentar la misma sensación de flotabilidad que en el Mar Muerto.
Esta explotación situada en Pedra de Lume, que da nombre a la isla, situada en el cráter de un volcán extinguido, inició su actividad en el siglo XVIII. Para mejorar el transporte de la mercancía, se construyó un túnel, situado en la pared del mismo volcán. En el siglo XX se creó un sistema de transporte neumático con una longitud de 1.100 metros, que transportaba hasta 25 toneladas de sal por hora, lo que facilitó que la mina consiguiese despuntar y llegar a una producción de magnitudes considerables. En 1975, año en el que Cabo Verde se independiza de Portugal y deja de ser su colonia, la producción se va ralentizando y hoy en día se extrae sal para el consumo de la isla.
Además de una visita muy interesante a lo que en otra hora fue un centro de trabajo muy importante para la población local, con unas instalaciones en desuso casi total, tenemos la oportunidad de probar los efectos de unos terapéuticos y muy curiosos baños de yodo. Como en el Mar Muerto, en entre Israel y Jordania, las aguas rosadas y blancas del lago de Pedra de Lume nos mantendrán a flote sin ningún tipo de esfuerzo, debido a su densidad. Para acceder a estas balsas salitrosas debemos cruzar el túnel que utilizaban los empleados de la mina antaño.
Es recomendable llevar un calzado adecuado, de goma y sumergible, ya que el fondo está lleno de estructuras afiladas formadas por sal que pueden dañarnos los pies al caminar. Debemos tener en cuenta también que al entrar en contacto con las lagunas vamos a sentir picor, que es síntoma de su contenido mineral, muy beneficioso para la piel y para nuestro bienestar en general.
Playas vírgenes, barreras de coral, historia, gastronomía, alma africana, verano todo el año… Cabo Verde es un destino ideal para que desconectemos del día a día y disfrutemos de unas vacaciones sin aglomeraciones, seguras, en un entorno tranquilo en el que las prisas no existen y el tiempo flota, para poder por fin dedicar tiempo a recuperarnos del estrés y pasar unos días con nuestra familia o pareja.
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