Con un clima moderado durante todo el año las 9 islas del archipiélago portugués de las Azores conforman un pequeño paraíso en medio del Atlántico en el que una naturaleza verde y exuberante atrapa a todos aquellos que deciden pasar unos días en este enclave único. Tal es la importancia del entorno natural en Azores que productos como el té o sus famosas piñas se deben entender como un pilar fundamental de su patrimonio y cultura.
En este sentido, si viajas a la isla de São Miguel –la más grande del archipiélago- no puedes dejar pasar la oportunidad de conocer en primera persona sus plantaciones de té, las únicas con actividad de Europa. Desde que a mediados del siglo XIX las semillas de esta planta se sembrasen con fines comerciales, en la conocida como “isla verde” este cultivo ha sido un elemento más del paisaje natural de la isla. A pesar de que determinadas circunstancias afectaron al volumen de producción, actualmente se mantienen activas dos plantaciones en la costa norte de la São Miguel: Gorreana y Chá Porto Formoso (es importante recordar que en portugués, la lengua oficial de Azores, al Té se le denomina Chá, al igual que en China).
Para empaparte de una parte importante de la cultura de São Miguel reserva un día en tu viaje para conocer de cerca la historia y el proceso de fabricación de la mano de los productores locales. Además, en la fábrica de Chá Porto Formoso, por ejemplo, podrás probar una taza de su té al finalizar la visita.
Junto con el té, la isla de São Miguel está ligada también desde mediados del siglo XIX a cultivos exóticos como el de la piña. Si te apetece descubrir el proceso de producción de esta fruta puedes encontrar los tradicionales invernaderos en los que se cultiva en las localidades de Lagoa, Vila Franca do Campo y Fajã de Baixo –donde se encuentra Arruda Açores, una de las plantaciones más famosas-.
Si tienes planeada una escapada a la “isla verde” de las Azores apunta también en tu agenda una visita a alguna de sus plantaciones de piñas. Los encargados de la explotación te recibirán y acompañarán en un tour enfocado a enseñar las técnicas de cultivo tradicionales que se emplean en la producción y a mostrar las plantas en las diferentes fases de su ciclo de cultivo –que por término medio dura unos 18 meses–. Además, la visita finaliza también con una degustación en la que todo el que lo desee puede saborear la piña o probar el típico licor de piña.
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