Disfrutar de Madeira es conocer también uno de sus productos más reconocidos a nivel internacional: el vino. La isla cuenta con unas condiciones únicas para que en sus tierras se cultiven algunos de los mejores vinos del planeta: su suelo volcánico, su climatología y el efecto del mar. Para los amantes del enoturismo Madeira es todo un paraíso que descubrir a pequeños sorbos.
El cultivo de vid y la tradición vitivinícola de la isla datan de hace más quinientos años, concretamente del siglo XV, momento de descubrimiento de la isla de Madeira. La disposición de las viñas, en terrazas, integrándose en la orografía de la isla forma paisajes espectaculares. Por lo que en Madeira no es sólo interesante degustar los vinos, sino también acudir a las propias zonas de cultivo para apreciar la complejidad del proceso.
El vino de Madeira se elabora a partir de distintas variedades de uva, pero sin duda, las más conocidas son Sercial, Boal, Verdelho y Malvasía, Terrantez y Tinta Negra. Una de las singularidades del vino de Madeira es lo que se conoce como “estufagem”, que consiste en calentar los caldos durante su proceso de maduración. Así, el vino dura más tiempo y adquiere aromas tostados. Este curioso proceso se inició varios siglos atrás, cuando eran transportados en barricas en los barcos y se descubrió que, sorprendentemente, los vinos mejoraban notablemente tras las condiciones climáticas a las que eran expuestos en los viajes.
La fama del vino de Madeira es mundialmente reconocida, siendo un vino de referencia en las principales cortes europeas del siglo XVIII. Hasta Shakespeare mencionó el vino de la isla en sus escritos y, en la misma celebración de la Independencia de los Estados Unidos se sirvió este caldo madeirense.
Sin duda nuestra recomendación es visitar las viñas, situadas muchas veces escalonadas en escarpados paisajes que llegan al mar. Y por supuesto, realizar una cata en alguna de las bodegas que se sitúan tanto en Câmara de Lobos (Barbeito es una de las más conocidas del pueblo) como en Funchal, donde la visita a Blandy es casi obligada.
Descubrir la esencia de los caldos dorados de Madeira es una experiencia capaz de conquistar los cinco sentidos. Tanto para experimentadas narices como para aquellos que quieren iniciarse en el mundo del vino, Madeira ofrece más de 500 hectáreas de viñas. Si además visitas la isla entre finales de agosto y octubre no te puedes perder el espectáculo de la vendimia en las impresionantes terrazas, que se funden con el mar. De hecho, en el mes de septiembre la isla celebra la Fiesta del Vino de Madeira, que celebra precisamente la recolección de la uva en una finca tradicional, animada con el folclore de Madeira y que finaliza con una recreación de la pisa de las uvas, abierta a todos aquellos dispuestos a descalzarse y disfrutar de una experiencia única. Echa un vistazo a nuestras ofertas con salida desde Santiago y Asturias y disfruta de las notas intensas y aromas tostados de los vinos de Madeira.
